La Enfermedad, la discapacidad y la muerte son experiencias universales que ponen a la persona y su familia frente a uno de los mayores desafíos de la vida (J. S. Rolland)
Hoy en día, el cáncer es una enfermedad con una elevada incidencia por lo que es fácil que todos tengamos en mente a alguna persona a la que le haya afectado. Por lo general, el diagnóstico del cáncer llega sin previo aviso, generando un gran estado de incertidumbre y poca o ninguna sensación de control.
La psico-oncología está a medio camino entre la medicina y la psicología, cuyo punto de partida se establece en el diagnóstico del cáncer a una persona.
A partir de esa noticia aparecerán muchas preguntas y pocas respuestas y, casi con seguridad, la persona, de la noche a la mañana, verá su biografía, su entorno socio-familiar, laboral, biológico, espiritual y psicológico interrumpidos o con importantes cambios antes, durante e incluso después de los tratamientos.
Que un profesional, en este caso psico-oncólogo, analice e intervenga junto con el paciente y la familia en las relaciones que se establecen entre el enfermo y su entorno, el tratamiento, la salud y los comportamientos influirá en la mejora del estado emocional y de la calidad de vida en este largo proceso.
Según los estudios, alrededor del 40% de las personas con cáncer padecen un elevado malestar emocional o sufrirán problemas psicopatológicos, entre los que se encuentran principalmente la ansiedad, la depresión, los trastornos adaptativos, problemas de autoestima y autoimagen. Y es común que en el entorno familiar aparezcan dificultades de comunicación o sexuales.
Por eso es importante tratar no sólo al paciente sino también a la familia, incentivando la autonomía, comunicación, toma de decisiones, autoconocimiento y los estilos propios de afrontamiento.