Tocar al niño es tocar el punto más delicado y vital, donde todo puede decidirse y renovarse, donde todo está lleno de vida y donde se hallan encerrados los secretos del alma (María Montessori).
Nadie nace aprendido para cómo ser padre, sino que vamos aprendiendo con la experiencia.
Lo que está claro es que los padres educan lo mejor que saben a sus hijos.
Por otra parte, la infancia y la adolescencia son etapas de grandes cambios y crisis vitales así que en algún momento pueden aparecer situaciones difíciles que generan en estos niños o adolescentes alteraciones en el estado de ánimo, y cambios en el funcionamiento escolar, social o conductual.
Si estas reacciones duran un tiempo, o son intensas, preocuparán a los padres, y en la lista de posibles soluciones aparecerá la de acudir a un/a psicólogo/a.
Antes de llevar nada, se realizará una entrevista a los padres que servirá para conocer el motivo de consulta y determinar la necesidad de evaluar al menor. En esta consulta, en función de las características del caso, se puede orientar a los padres en cómo abordar la situación.
En caso de ser necesario, desde un enfoque bio-psico-social, se aplicarán diferentes instrumentos de evaluación al menor que permitirán un diagnóstico e intervención.
El contacto y comunicación con los padres es continuo ya que la colaboración con ellos es imprescindible para solución del problema.